y yo como buena adicta
clavo en mi alma tu aguja
suministrando ese lodo cocinado
con el polvo de mil
mariposas finadas.
La usencia, no querida y tan necesaria,
me deja fuera del tablero social,
pero aquí sigo,
incrustando a mi corazón deshecho
ese aguijón reciclado,
revestido de sangre seca.
De los besos surgen llagas,
el ácido de la saliva se vuelve tragedia,
Me desplomo en el sofá,
no puedo sentir, ni ver,
la ceguera es tan necesaria en estos momentos,
por la infernal
esclavitud a tu veneno
que me deja en tus manos letales,
en la bestial palabrera,
como el zumbido de un insecto,
que por clavarse, se cree perpetuo.
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