martes, 31 de mayo de 2011


Verme caer en el ojo ardiente de una aguja
fría, insólita
y colarme por ella
rescoldos de vida
y que más da
si se me vuelve la piel en un suspiro
caladas de fuego en mi garganta
que derraman por mi espalda la locura
de una imagen más hermosa que latiente
que me embarca en largos ríos donde el insomnio
se nutre de colmillos putrefactos
en los que apoyarse por las noches
para hablar sobre mareas.

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