No quiero lastimarme de la ausencia
ser poeta
en la cuerda tensa de aquel circo
y no poder mirar las estrellas
por que las guardaste en tu chaqueta
junto con la niebla que me rondaba el alma
en un agosto
invernal, extraño
del que me obligaron a huir
escondiendome en refugios castaños de ebrio talante
de noches largas como días
mareas de ruidos y ojos blindados
en las más hermosas comisuras de alfileres
tejidas de marfil y terciopelo
caravelas mecidas por el oceano, verdoso
oscuro
que tantas sonrisas genera
donde no hay costa.
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