caigo de rodillas
a los pies de la palabra,
devorando,
los resquicios
de versos
enmudecidos
a gritos
por las voces
perdidas
tras el eco.
Resuenan en los rincones
uniéndose
entre la linea del miedo,
un punto y final.
Con respaldo de esqueletos,
que florecen
entre los yerbajos
putrefactos,
en cadáveres perfectos
de labios cerrados,
con la amnesia
de la memoria,
que errante
decide fallecer,
al fin
en el silencio.
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