miércoles, 16 de abril de 2014

Malasaña II

Se que fuiste tu el que enviaste las dos mariposas que encontré muertas.
Una sobre la almohada
Y otra que pise al querer abrir la ventana
Contemplándola sobre el parqué
Me sacudí el polvo blanco y pensé
Que suerte tenéis de no sangrar.
Las nubes se amontonaban y yo recé en nombre de todos mis pecados
Susurrándole a los pocos rayos de luz que se abrían paso
Que nunca fueran perdonados
Entre tanto me hundía en las marcas que deja el café sobre la taza
Para evitar escribir y tenderme otra trampa
No quedan poemas aquí.
Y fue en el momento en que cerré la puerta
Para mi salida
en el que caí en la cuenta
que aquellos cadáveres que dejé abandonados en mi habitación
solo buscaban un refugio.




No hay comentarios: