jueves, 3 de abril de 2014

Charla con Belial

Cierro los ojos, el humo entra en mis pulmones, el sol corta los labios pero no se siente el calor y como minúsculas picaduras la arena sobre mi piel, es movida por un viento que es inverosímilmente helado. Estoy desnuda, de rodillas, donde antes hubo mar, ahora hay un desierto enorme, tierra y cadáveres que  como algas secas se amontonan a mí alrededor, este caos es mi mundo, esto es mi tierra, esto es mi sangre.
Cabria comparar con la crueldad de la ``Little boy´´  la voracidad  destructiva que he ido dejando a mi paso, como un felino, sigiloso y cruel – los felinos son hermosos, dolorosamente hermosos- suspiro un humo gris, y observo, torpemente me incorporo, la deshidratación, el hambre, huellas invisibles de la guerra que se ha sucedido, haría estragos en el alma de cualquier combatiente, dios o bestia que se precie y el silencio, este silencio, escucho mis latidos, la sangre fluyendo por las venas, el trabajo de mis pulmones al moldear con dificultad este aire cenizo, la saliva seca haciendo explosión sobre mi lengua…camino, no hay más, solo andar, hacia ninguna parte, andar, pisar estos cuerpos en descomposición y recuerdo aquella vez que en un ataque de espiritualidad buscaba la biblia por los armarios, no hace tanto de eso, de echo, creo que a sido hoy y de repente la explosión; fe, era lo único que quería conseguir, una maldita porción de fe.
Mi vista se ha nublado, mis pies van dejando surcos en la arena, como un zombie de esa conocida serie de televisión, voy torpemente, sin fuerzas, con el poco equilibrio  que me queda, hacia una roca, que aunque no es grande, parece lo único que se ha mantenido estable, es lo inamovible, es la fuerza de la madre natura, logro poner la mano sobre ella, sonrío, la salitre del mar que ahora no es más que un recuerdo la debió dejar así, es extraño,  suave.
Caigo en la cuenta de que amo a esa piedra, de que deseo a esa piedra, la recorro con mi lengua, el deseo es indiscutible, aprieto mis pechos sobre ella, quiero amarla, quiero cubrirla con mi calor, me monto sobre ella , no tengo voz, me cuesta respirar, pero la excitación que me produce es mayor que la lógica de lo que estoy haciendo, la siento, suave, dura, inmóvil, estable, entre mis muslos, esta es mi roca, tal vez este fue el motivo por el que empezó mi perdición, pero una vez cumplida mi ‘’petite mort ‘’, quedo abrazada a ella, mojada y caliente, lo que me hace comprender, que esta noche no será tan dura, tan larga, tan ártica.
Despierto, la piedra no esta, estoy aturdida, pero no hay duda de que no fue un sueño, ¿Dónde esta mi piedra?, tengo unas ganas incontrolables de llorar, y me retuerzo en el suelo llena de dolor, era lo único que podía amar de este lugar, aprieto las manos sobre la arena, mis uñas, frágiles se parten, mis dedos sangran, tengo la boca y los ojos llenos de arena, me convierto en desierto, me adapto al medio
``No, esto no es así´´
Saco una fuerza que pensé perdida, de un salto me pongo en pie, firme ,y grito con un odio inmenso al cielo que no es mi salvación lo que deseo,
que no es mi salvación lo que deseo, no,
es el consejo más sabio que le robe a Mario.
 Enfurecido, el cielo, me dio su respuesta en forma de granizo, un golpe seco en el pecho, me derrumbo y empecé a reptar por la tierra, soportando los golpes en mi piel, golpes  apuñaladores y mi cuerpo se tiñe de azul, no puedo más, me vuelvo al cielo, miro a las nubes y recuerdo que  una vez me contaron que había dos tonos de azul, uno era mediocre, el azul que todos los ojos ven, el otro era simplemente imposible; empecé a reír, no son dos tonos, son tres, la obra de arte queda sobre mi y así voy delirando poco a poco, mientras caen los golpes desde las alturas, río y sangro, sangro y lloro, lloro y canto y sangro y pienso en mi suave piedra, mientras mi piel se va despedazando.
Golpe,
Se corta mi respiración,
Golpe,
Dejo los ojos entre abiertos, alguien esta entrando en mi,
Golpe a golpe agolpe,
Cae un río de sangre de entre mis piernas,
Consigo ver algo, de la nada ha surgido un depredador y yo he caído en sus zarpas como un torpe conejito, noto sus manos vastas sobre mi cintura, y su respiración en mi cuello, clava sus dientes sobre mi hombro, lo noto fluir dentro de mí, y cae exhausto sobre mi pecho, dos ríos de oro desembocan de el, me sujeta las muñecas con fuerza, y me mira, posiblemente sea el ser más hermoso que contemplara jamás, una obra de arte en si mismo, me acarició el pelo con fuerza, mientras me miraba cruel, se rió y note su aliento sobre mi mejilla , se acerco a mi oído y susurro así:
`- Te voy a contar una historia, hace muchos años vivía un ser puro en un lejano reino, pero un día por una torpeza, acabo durmiendo dios sabe cuanto tiempo a la espera de que un príncipe la rescatara – deslizo su mano de forma suave y empezó a acariciar lo que antes tomo con brusquedad y se volvió a reír, continuando así- pero el príncipe no sabia que tenia que besarla, así que hizo lo que más natural le pareció y la violo- sus dedos parecían hacer una danza en mi interior , como si el terreno le fuera totalmente conocido, ya no recordaba el desierto, ni el granizo, ni la muerte, solo a lo único que amé- y claro esta ella jamás despertó.
Yo conocía ese cuento, pero no entendí por que decidió contármelo, hasta que el enterró su cabeza en mi carne y me percate de que estaba embarazada, cerré los ojos, ¿Cuánto había dormido?, un enorme barrigón se alzaba imponente, como una montaña y salía de mi, eso era mi vientre y dentro había crecido algo enorme, algo con forma, pero algo, sin corazón, de eso estaba segura.
Y el agua broto por los dedos de mi captor y todo se volvió silencio, estaba bajo el mismo cielo donde una vez, sentí el amor, pero en lugar de la tierra, había un suelo duro de plástico blanco, cubriendo un espacio infinito.
Lo mire, entonces lo supe, el lo había destruido, el había echo que el agua se secara, el había matado a la gente, el lanzo la bomba, el robó mi piedra.
-¿Por qué lo has hecho?- pregunte llena de rabia.
- Por que yo lo puedo todo. Pero me temo ``caída´´ mía, que esto es lo que tu alma había dejado, yo solo te ayudo a limpiar la porquería, aunque eso implique matarte un poco, pero tu lo sabias desde el principio, no cabe la literatura en los corazones, solo sudor y sangre, solo piel de hierro para reconstruir el mundo.
Un escalofrío me sacudió la espalada, nunca podre borrarlo de mi, siempre cambiante, nunca me abandonará, mi creador estaba sentado a mi lado, amenazante y encantador.
- Tengo miedo padre, tú no me has enseñado como debo controlar el mundo, solo me lanzaste y aunque ahora te muestres bello, esta es tu venganza.
- No pequeña, es que debes aprender tu última lección, hoy tus hijos nacerán y tú serás olvidada, igual que el mundo que destruiste.
Nos miramos.
-Mis hijos no tienen corazón, son vacíos.
- ¿Y tu no amaste con intensidad algo que jamás podría corresponderte? Prepárate.
Inmenso, esa era la palabra, note como mis músculos se estiraban y mis huesos se rompían, y comenzó a fluir agua de mi y grite, y así inerte salió el primero, y los demás cayeron de seguido, no podía creerlo, la felicidad inundo mi corazón, cientos de piedras de todas las formas salían de mi cuerpo, yo reía y reía, me estaba desangrando entre mis hijos, que con toda su dureza nacían de mi, pero no había lloros, solo risas en este parto. Mi captor, mi padre, mi Dios, me miro, estaba de pie, contemplando el espectáculo, abrió los labios para dirigirse a mi por ultima vez
-          Hija mía, de tu sangre volverá a renacer Constantinopla.





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