Cierro los ojos, el humo entra en mis pulmones, el sol corta
los labios pero no se siente el calor y como minúsculas picaduras la arena
sobre mi piel, es movida por un viento que es inverosímilmente helado. Estoy
desnuda, de rodillas, donde antes hubo mar, ahora hay un desierto enorme,
tierra y cadáveres que como algas secas
se amontonan a mí alrededor, este caos es mi mundo, esto es mi tierra, esto es
mi sangre.

Mi vista se ha nublado, mis pies van dejando surcos en la
arena, como un zombie de esa conocida serie de televisión, voy torpemente, sin
fuerzas, con el poco equilibrio que me
queda, hacia una roca, que aunque no es grande, parece lo único que se ha
mantenido estable, es lo inamovible, es la fuerza de la madre natura, logro
poner la mano sobre ella, sonrío, la salitre del mar que ahora no es más que un
recuerdo la debió dejar así, es extraño,
suave.
Caigo en la cuenta de que amo a esa piedra, de que deseo a
esa piedra, la recorro con mi lengua, el deseo es indiscutible, aprieto mis
pechos sobre ella, quiero amarla, quiero cubrirla con mi calor, me monto sobre
ella , no tengo voz, me cuesta respirar, pero la excitación que me produce es
mayor que la lógica de lo que estoy haciendo, la siento, suave, dura, inmóvil,
estable, entre mis muslos, esta es mi roca, tal vez este fue el motivo por el
que empezó mi perdición, pero una vez cumplida mi ‘’petite mort ‘’, quedo
abrazada a ella, mojada y caliente, lo que me hace comprender, que esta noche
no será tan dura, tan larga, tan ártica.
Despierto, la piedra no esta, estoy aturdida, pero no hay
duda de que no fue un sueño, ¿Dónde esta mi piedra?, tengo unas ganas
incontrolables de llorar, y me retuerzo en el suelo llena de dolor, era lo
único que podía amar de este lugar, aprieto las manos sobre la arena, mis uñas,
frágiles se parten, mis dedos sangran, tengo la boca y los ojos llenos de
arena, me convierto en desierto, me adapto al medio
``No, esto no es así´´
Saco una fuerza que pensé perdida, de un salto me pongo en
pie, firme ,y grito con un odio inmenso al cielo que no es mi salvación lo que
deseo,
que no es mi salvación lo que deseo, no,
es el consejo más sabio que le robe a Mario.
Enfurecido, el cielo,
me dio su respuesta en forma de granizo, un golpe seco en el pecho, me derrumbo
y empecé a reptar por la tierra, soportando los golpes en mi piel, golpes apuñaladores y mi cuerpo se tiñe de azul, no
puedo más, me vuelvo al cielo, miro a las nubes y recuerdo que una vez me contaron que había dos tonos de
azul, uno era mediocre, el azul que todos los ojos ven, el otro era simplemente
imposible; empecé a reír, no son dos tonos, son tres, la obra de arte queda
sobre mi y así voy delirando poco a poco, mientras caen los golpes desde las
alturas, río y sangro, sangro y lloro, lloro y canto y sangro y pienso en mi
suave piedra, mientras mi piel se va despedazando.
Golpe,
Se corta mi respiración,
Golpe,
Dejo los ojos entre abiertos, alguien esta entrando en mi,
Golpe a golpe agolpe,
Cae un río de sangre de entre mis piernas,
Consigo ver algo, de la nada ha surgido un depredador y yo
he caído en sus zarpas como un torpe conejito, noto sus manos vastas sobre mi
cintura, y su respiración en mi cuello, clava sus dientes sobre mi hombro, lo
noto fluir dentro de mí, y cae exhausto sobre mi pecho, dos ríos de oro
desembocan de el, me sujeta las muñecas con fuerza, y me mira, posiblemente sea
el ser más hermoso que contemplara jamás, una obra de arte en si mismo, me
acarició el pelo con fuerza, mientras me miraba cruel, se rió y note su aliento
sobre mi mejilla , se acerco a mi oído y susurro así:
`- Te voy a contar una historia, hace muchos años vivía un
ser puro en un lejano reino, pero un día por una torpeza, acabo durmiendo dios
sabe cuanto tiempo a la espera de que un príncipe la rescatara – deslizo su
mano de forma suave y empezó a acariciar lo que antes tomo con brusquedad y se volvió
a reír, continuando así- pero el príncipe no sabia que tenia que besarla, así
que hizo lo que más natural le pareció y la violo- sus dedos parecían hacer una
danza en mi interior , como si el terreno le fuera totalmente conocido, ya no
recordaba el desierto, ni el granizo, ni la muerte, solo a lo único que amé- y
claro esta ella jamás despertó.
Yo conocía ese cuento, pero no entendí por que decidió
contármelo, hasta que el enterró su cabeza en mi carne y me percate de que
estaba embarazada, cerré los ojos, ¿Cuánto había dormido?, un enorme barrigón
se alzaba imponente, como una montaña y salía de mi, eso era mi vientre y
dentro había crecido algo enorme, algo con forma, pero algo, sin corazón, de
eso estaba segura.
Y el agua broto por los dedos de mi captor y todo se volvió
silencio, estaba bajo el mismo cielo donde una vez, sentí el amor, pero en
lugar de la tierra, había un suelo duro de plástico blanco, cubriendo un
espacio infinito.
Lo mire, entonces lo supe, el lo había destruido, el había
echo que el agua se secara, el había matado a la gente, el lanzo la bomba, el
robó mi piedra.
-¿Por qué lo has hecho?- pregunte llena de rabia.
- Por que yo lo puedo todo. Pero me temo ``caída´´ mía, que
esto es lo que tu alma había dejado, yo solo te ayudo a limpiar la porquería,
aunque eso implique matarte un poco, pero tu lo sabias desde el principio, no
cabe la literatura en los corazones, solo sudor y sangre, solo piel de hierro
para reconstruir el mundo.
Un escalofrío me sacudió la espalada, nunca podre borrarlo
de mi, siempre cambiante, nunca me abandonará, mi creador estaba sentado a mi
lado, amenazante y encantador.
- Tengo miedo padre, tú no me has enseñado como debo
controlar el mundo, solo me lanzaste y aunque ahora te muestres bello, esta es
tu venganza.
- No pequeña, es que debes aprender tu última lección, hoy
tus hijos nacerán y tú serás olvidada, igual que el mundo que destruiste.
Nos miramos.
-Mis hijos no tienen corazón, son vacíos.
- ¿Y tu no amaste con intensidad algo que jamás podría corresponderte?
Prepárate.
Inmenso, esa era la palabra, note como mis músculos se
estiraban y mis huesos se rompían, y comenzó a fluir agua de mi y grite, y así inerte
salió el primero, y los demás cayeron de seguido, no podía creerlo, la
felicidad inundo mi corazón, cientos de piedras de todas las formas salían de
mi cuerpo, yo reía y reía, me estaba desangrando entre mis hijos, que con toda
su dureza nacían de mi, pero no había lloros, solo risas en este parto. Mi
captor, mi padre, mi Dios, me miro, estaba de pie, contemplando el espectáculo,
abrió los labios para dirigirse a mi por ultima vez
-
Hija mía, de tu sangre volverá a renacer
Constantinopla.
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